Bueno, llegamos a las 100 entradas. Mientas escucho Beatles de manera aleatoria, me pongo a pensar en que siempre escucho música en forma aleatoria, y me detengo en si no será así toda mi vida, aleatoria. De sólo pensarlo, me disgusta pero a la vez me alegra - si, lo sé, soy rara - pero es así; pensar en que no tenemos el control de nada en nuestra vida es tan feo como pensar que lo tenemos de forma total, no? Bueno, yo lo veo así.
Después de un largo período sin postear, por falta de tiempo y por qué no, de ganas, he retornado. Será que el comienzo de mis cuasi-vacaciones me tiene a mal llevar, mal traer, o como sea.
Hoy he pensado en el vacío que dejan personas que se van. Escuché a un profesor decir que ninguna persona es indispensable, pero me parece poco sensible decir eso, poco humano, cada persona es única e irrepetible, por suerte. No considero que perder a alguien muy cercano pueda subsanarse con el simple hecho de decir que nadie es irreemplazable. Yo creo que las personas dejan huellas, que van más allá de su propia existencia, y que las personas viven mientras nosotros las mantengamos vivas, en nuestras mentes y corazones, en nuestra memoria. Como bien dijo Gieco, "Todo está guardado en la memoria". Imagino un mundo en el que nos olvidáramos por completo de esas personas que pasan por nuestras vidas y que luego desaparecen, seria muy monótono, muy triste. La gente siempre va a dejar huellas en nosotros, somos una especie pizarra mágica, podemos no ver lo que tenemos inscrito, pero a tras luz, se nota. Las huellas siguen funcionando en nosotros, a lo largo de nuestra vida; influyen en nosotros sin que nos demos cuenta, en nuestras decisiones, en las personas que elegimos para compartir momentos, en nuestros gustos y demás. Las personas SON irreemplazables, definitivamente.
Mi amigo y yo lo sabemos, por eso somos amigos. (Elsa Bornemann)
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